Declaración institucional del Ararteko en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres

25 de noviembre de 2018 Cada atentado contra la integridad de las mujeres es una lamentable expresión del fracaso de tantos intentos sociales e institucionales por avanzar hacia una sociedad sin violencia

La violencia de género continúa siendo una lacra execrable en nuestra sociedad, que supone la vulneración sistemática de los derechos inalienables de las mujeres, niñas y niños. La violencia machista no solo arrebata cada año vidas inocentes, sino que atenta también incansablemente contra la integridad física y moral, contra la dignidad de quienes, sobreviviendo al horror de esta expresión radical del machismo, ven sus vidas rotas y sumidas en el dolor y en la impotencia.

Cada año esta institución, con motivo de esta efeméride, quiere recordar a esas víctimas, a las que han muerto y a las que siguen vivas, para seguir elevando nuestra voz en su defensa radical, para seguir recordando a las instituciones la importancia de reforzar las políticas de igualdad y de materializar urgentemente todas las medidas acordadas hace ya un año en el llamado Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

Santurtzi ha sido el último y muy reciente escenario de un execrable crimen machista en Euskadi, que ha dejado dos víctimas, una mujer y su hijo, gravemente heridas. Cada atentado contra la integridad de las mujeres es una lamentable expresión del fracaso de tantos intentos sociales e institucionales por avanzar hacia una sociedad sin violencia, y debe llevarnos de nuevo a la reflexión autocrítica, encaminada a evaluar e incrementar las medidas que existen para prevenir la violencia, para proteger a las mujeres y a sus hijos e hijas, especialmente cuando se han formulado denuncias, y para restaurar plenamente sus vidas, cuando han logrado sobrevivir a la violencia.

Pero cada nuevo crimen machista debe llevarnos también a repensar el modelo de sociedad que tenemos, en el que todavía tiene cabida ese horror. Ello comporta tomar conciencia de la responsabilidad individual de todas las personas e instituciones que construimos el devenir social, en la transmisión de valores a nuestros niños y niñas.

Cada uno, cada una de nosotros somos modelo y referente, agentes educativos con influencia enorme en el desarrollo de los valores que conformarán los patrones de comportamiento presente y futuro de nuestros niños y niñas. El Ararteko quiere también apelar hoy a esa responsabilidad individual y social de apostar, sin ambages, por la ética de la igualdad de mujeres y hombres, en todos los planos de la vida, pues solo una sociedad profundamente igualitaria estará libre de la violencia machista.

Vitoria-Gasteiz, 24 de noviembre de 2018