Libertad si nira

Menos de cuatro minutos de canción, una canción número uno en el 76, con una Martirio que aún no se escondía tras sus gafas y peinetas underground y que se llamaba Maribel o María Isabel. Una canción que simboliza y ha simbolizado como nadie ni nada los deseos de un pueblo venido desde la más siniestra oscuridad. Una canción que se ha repetido hasta la saciedad con ocasión del óbito del presidente Suárez, porque a veces no es la imagen la que dice más que mil palabras sino que es una letra la que nos devuelve esas imágenes y las vivencias de mucho tiempo contenidas.

Nos ha servido sin duda para rememorar dónde estábamos, qué ocurría y hacia dónde queríamos ir, a una LIBERTAD SIN IRA. Decían los viejos de entonces y los maduros de ahora que había dos Españas que guardaban aún el rencor de viejas deudas, que necesitábamos palo largo y mano dura, que hacíamos y hacemos lo que nos da la gana y no es posible que así pueda haber gobierno que gobierne nada, que no se nos dé rienda suelta, que todos y todas aquí llevamos la violencia a flor de piel.

Mucho tiempo que nos golpea y deja sin duda muchos pelos en la gatera, con la firme voluntad de crecer y construir como pueblo, como ciudadanos y ciudadanas y como parte pensante y hacedora del sustantivo humanidad. Y vive Dios, como diría Don Quijote, que lo hemos venido haciendo. Pero parece que las estrofas se hacen fuertes, que el tiempo no ha destruido y que algunos o algunas se empeñan en guardar el rencor de viejas deudas, el palo largo y la mano dura y por supuesto no darnos rienda suelta. Y nos hacen desandar lo andado. Nos llenan de recortes en aquellos derechos largamente construidos en el túnel de los tiempos y en la promesa de que una sociedad mejor nos espera, una sociedad más igualitaria y más justa en la que los ciudadanos y ciudadanas no solo tengan cabida, sino la mejor y más dignas de las cabidas. Y reconstruyen y renombran, vaciándolo de contenido, aquello que a priori parece más lejano a nuestra vida cotidiana pero sin duda nos hace más habitantes del mundo, y no unos habitantes cualesquiera sino unos habitantes justos y solidarios con el resto de sus iguales, de aquellos que no tuvieron ni el tiempo, ni la oportunidad ni los recursos para hacerse visibles. Eso es lo que se pretende con esta nueva vuelta de tuerca a la JUSTICIA UNIVERSAL . Un dejar sin valor, un tejado sin cimiento o una casa sin ventanas por la que entre el aire y el sol del valor supremo de la Justicia.

Dícese de Justicia Universal la competencia de un país para enjuiciar determinados delitos contra bienes jurídicos especialmente protegidos por la comunidad internacional con independencia total del lugar de comisión del delito, de la nacionalidad o residencia de los responsables de estos hechos o el de sus víctimas. Principio este, de Justicia Universal, que fue consagrado por nuestro Derecho a partir de 1985 a través del art. 23.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. En virtud del mismo los jueces y tribunales españoles tenían competencia para conocer de hechos cometidos por españoles o extranjeros fuera del territorio nacional en relación con los delitos de genocidio, terrorismo, piratería, prostitución y tráfico de drogas e incluso con falsificación de moneda extrajera. Hasta 2007 se fue ampliando la lista de delitos incluyéndose la corrupción de menores, la mutilación genital y el tráfico ilegal de personas, eliminándose asimismo la falsificación de moneda.

Sin embargo a este carácter cuasi absoluto les fueron saliendo cortapisas que nada tenían que ver con la ingeniería jurídica sino más bien con los intereses más o menos espurios de la diplomacia nada humana y sí económica. Así, el Tribunal Supremo dicta una Sentencia en el 2003 por la que empieza a exigir al menos un punto de conexión que legitime la persecución por España de estos delitos (que las víctimas fuesen españolas, que los responsables se hallasen en territorio español o que existiera un vínculo de intereses relevantes españoles) Sentencia que en el 2005 el Tribunal Constitucional dejó sin efecto, negando la necesidad de tales limitaciones. Por ello, y en aras de los deseos políticos, se llega a una nueva redacción de este art. 23.4 de la LOPJ por la que se exige acreditar alguno de estos puntos de conexión para que los Tribunales españoles puedan conocer de estos delitos. A pesar de esta limitación ello ha permitido que España venga conociendo de causas como las relativas al caso Couso, al asesinato de Carmelo Soria, a Guantánamo, al ataque israelí a la flotilla de Gaza, al Sahara, al asesinato de Ignacio Ellacuría y de otras siete personas en El Salvador o a la represión en el Tíbet por parte de China.

Han sido sin duda las presiones diplomáticas de uno u otro signo las que han llevado al legislador español a la última reforma, en marzo de 2014, de unos de los pilares de la justicia en su más alta acepción y de uno de los últimos diques de contención contra la barbarie de los Estados frente a los más débiles, los seres humanos.
Sin duda mucho se ha avanzado desde ese año 76 pero también mucho se está destruyendo en esta última década. Asistimos a una devastación progresiva y sin paso atrás de los Derechos Humanos. Hoy la Justicia Universal puede que nos parezca que poco o nada tiene que ver con nuestra vida cotidiana pero no deja de ser un reflejo de los tiempos. Habrá que recordar las palabras de Martin Niemöller (atribuidas a Berltolt Brecht) "Primero vinieron a buscar a los comunistas pero no dije nada porque no era comunista, luego vinieron por los judíos y no dije nada¿.. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada" .

Con todo ello solo nos queda un responso que verbalizar. R.I.P. JUSTICIA UNIVERSAL AHORA Y SIEMPRE.

Julia Hernández Valles
Adjunta al ararteko