Hacia una transición energética sostenible

7 de noviembre de 2018

Sísifo fue castigado por los dioses a hacer rodar sin parar una roca hasta lo alto de la montaña. Antes de llegar arriba la piedra caía y Sísifo debía repetir su intento una y otra vez. Sin embargo, su energía se renovaba infatigablemente cada vez que coronaba, sin la roca, la cresta de la montaña. El mito de Sísifo representa la recreación del disco solar que sale cada mañana para después desvanecerse en el horizonte por poniente. Sísifo y su mito sirven para simbolizar la inexorable renovación de los recursos naturales en el planeta Tierra. Frente a Sísifo cabe contraponer al titán Saturno. Este perverso personaje, temeroso de que sus propios hijos se levantasen en su contra, se los tragaba en cuanto nacían. De este modo, Saturno sirve para representar la acción devastadora e insostenible del ser humano sobre la Tierra en cuanto que engulle los recursos naturales, amenazando así su propia supervivencia.

Ambos mitos permiten evocar el principal reto medioambiental que se cierne sobre nuestro Planeta. El cambio climático, consecuencia de las emisiones de gases generados por nuestro atroz apetito de recursos naturales, puede llegar a suponer para las futuras generaciones cambios devastadores para su modo de vida. Si seguimos consumiendo fuentes de energía fósiles (carbón, petróleo y gas) con el actual empecinamiento, las consecuencias para el Planeta no se harán esperar. De hecho, ya empiezan a estar a la vista. Por ello, la parábola debería ser esta. ¿Debe el ser humano actuar como Sísifo cargando con su destino de forma constante y renovable o convertirse en el titán Saturno consumiendo sin control los recursos naturales del Planeta?

En la actualidad, la sociedad mundial está inmersa en un proceso ineluctable de profunda transformación energética. Los compromisos y acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París y las propuestas de la Unión Europea para crear una Unión de la Energía, marcan una hoja de ruta dirigida a rebajar las emisiones de gases de efecto invernadero, establecer cuotas de ahorro y eficiencia energética e impulsar el consumo de energía procedente de fuentes renovables. El informe presentado recientemente por el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) ha reclamado alto y fuerte cambios de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad si queremos alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C, máximo que el Planeta podría permitirse.

En ese contexto internacional Euskadi debe estar a la altura del reto de la descarbonización de la sociedad a lo largo del presente siglo. La Estrategia Energética de Euskadi 2030 y la Estrategia de Cambio Climático Klima 2050 son los dos pilares básicos de los que actualmente dispone el País Vasco. Para lograr su puesta en práctica efectiva es fundamental alcanzar un alto consenso político, empresarial y social en relación con los principios fundamentales de un sistema energético sostenible.

La transición energética hacia un modelo más sostenible debe cumplir con tres pilares: ser seguro, competitivo y suponer el menor impacto ambiental posible. También debe ser un modelo justo y aceptado socialmente que implique la búsqueda del bienestar de todas las personas y de las generaciones venideras. Para ello no solo las instituciones sino también la ciudadanía deben de asumir sus responsabilidades respectivas en el cambio de modelo y modificar lo antes posible sus hábitos de manera que hagan posible el necesario cambio de rumbo.

En esta tesitura, el Ararteko ha creído útil presentar al Parlamento Vasco el informe extraordinario "La transición del País Vasco hacia un modelo sostenible". El principal objetivo del informe es incidir en la necesidad de alcanzar un pacto social en Euskadi que contribuya a continuar el camino ya iniciado por la senda de la transición energética y sirva para acelerar aquellas medidas sobre las que existe mayor consenso: incrementar al máximo el potencial de ahorro y eficiencia energética, impulsar las energías renovables en Euskadi y reducir el consumo de energías fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en Euskadi, en especial en el transporte.

En los últimos años, los pasos firmes emprendidos hacia la cresta de la montaña no han impedido algún que otro retroceso. La roca de Sísifo ha caído muchas veces hacia el valle. Volvamos, como Sísifo, a la carga sin desfallecer y continuemos el camino emprendido de manera que podamos alcanzar el objetivo de un nuevo modelo energético sostenible y responsable con el Planeta. Nos va en ello nuestra supervivencia y la de las generaciones futuras.

Manuel Lezertua Rodríguez
Ararteko